El miedo nunca lo dejaba en paz. Vivía con la certeza de que tarde o temprano aquella muerte le daría alcance y le arruinaría la vida. (Página 148 de Tres días y una vida)
Ayer jueves nuestra sesión del club de lectura estuvo marcada por la diferencia de opiniones. A unas personas la novela de Pierre Lemaitre, Tres días y una vida, les había producido cierta angustia, el hecho de que el protagonista sea un niño añade siempre carga emocional.
A otras les había gustado por los giros que va tomando el relato, te mantiene siempre alerta, te engancha y en ningún caso ves venir el final. Como lector te engaña, te manipula y eso es maravilloso. A nadie nos gusta lo previsible, lo que se ve venir. El final de la novela te hace replantearte de nuevo toda la historia. Personajes secundarios que no tenían, al menos en principio, ninguna relevancia, resultan ser determinantes: el señor Kowalski (charcutero) y el Doctor Dieulafoy.
La estructura de la novela dividida en tres tiempos resulta muy interesante: 1999 (Antoine, el protagonista, tiene 12 años) , 2011 (Juventud) y 2015 (Adulto). Acompañamos con cierta angustia, al protagonista, Antoine, en su periplo vital. También el tiempo atmosférico forma parte de la trama y determina de alguna forma el destino de su protagonista.
Maneja el suspense y la incógnita desde una perspectiva inversa a la de una novela policíaca tradicional, no avanza de la mano de un inspector sino del culpable, del asesino, aunque sea un asesino involuntario. Profundiza en sus emociones, muestra su miedo, un miedo que lo impulsa a un intento de suicidio. Durante toda la novela el protagonista vive con la angustia de si finalmente encontrarán el cuerpo de su víctima. Y tú como lector, de alguna forma, también tienes miedo porque Antoine no resulta un personaje despreciable, empatizas con él y sus circunstancias.
Estaba deseando sacar un ratito para continuar la novela, para ver si lo pillaban o no, para ver cómo derivaba la historia. / Me ha resultado tan dura que la he dejado a la mitad, todo lo que tiene que ver con niños me agobia un poco.
Me gusta mucho cómo describe el ambiente provinciano de Beauval, pueblo que existe en la región francesa de Picardía. Me lo imaginaba perfectamente. / No me ha llegado. Me parece un folletín. No me lo creo. Me ha dejado fría. / Lemaitre (el narrador) me resulta un poco misógino, las opiniones sobre las mujeres son muy negativas y las dos breves escenas de sexo me parece que están muy mal resueltas.
Me ha gustado mucho el engranaje, Lemaitre no da puntada sin hilo. Cuando acabé la novela releí otra vez las primera páginas y me di cuenta de lo bien urdida que está toda la trama. Es como un reloj, cada detalle, cada pieza está en su sitio. ¡Genial! Y muy cinematográfica.
Como veis las opiniones fueron muy variadas y eso nos encanta porque le da mucha vidilla a la sesión. Acabamos diciendo que Pierre Lemaitre ganó el prestigioso premio Concourt en 2003 con su novela Nos vemos allá arriba. Los críticos lo valoran como un gran narrador de novela histórica.
Nosotros nos encontraremos de nuevo el 18 de marzo, en el mes de febrero no nos juntaremos porque aquí en La Rioja nos acaban de confinar del 22 de enero al 23 de febrero. No están permitidas las actividades culturales. ¡A cuidarse y a leer mucho!